Hubo un tiempo en que la mentira, cuando salía de organizaciones como partidos políticos o sindicatos, no se perdonaba con facilidad. En el presente y desde hace ya unos años en que desde la política se consiguió convertir las más flagrantes falsedades en algo habitual e incluso asumido por los votantes de cualquier partido, nos encontramos con hechos como el que ahora nos ocupa.
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